El 2016 termina. Y como siempre quería escribir sobre muchas cosas. Pero siento que un post en Facebook no es el lugar adecuado para hacerlo, y una «columna» en Spacio Libre no da tampoco para escribir algo tan personal. Por eso vuelvo a este blog, al de los últimos años.
Este año termina para mí con muchos asuntos en verde. O como dirían los economistas, con las cuentas en azul. Con cuentas saldadas, logros obtenidos y sí, muchas cosas por cumplir pero ya, con una mirada distinta y con otras ganas, más fuertes, más diversas que las del 2015.
Primero, quiero empezar contando algo. Algo que solo los más cercanos a mí sabían y que incluso lo oculté por temor al estigma, al hecho de que la gente crea que uno está incapacitado. Mi temor aumentó cuando una excandidata dijo una estupidez respecto a eso… y eso, convirtió el temor en bronca.
Desde mayo del 2015, aproximadamente, me diagnosticaron un síndrome ansioso depresivo. En castellano, sufría de un agudo cuadro de depresión. ¿Las razones? Muy simples, me golpearon en el ego, después de casi 19 años de carrera me dieron donde más me dolía, y no supe asimilar el golpe. Una tarde, me desconecté del mundo, apagué el celular, me encerré en el cuarto y dormí… dormí tanto que solo la voz de Ana me sacó del letargo, luego fueron los brazos de papá y de mamá los que me sacaron de ahí para llevarme al hospital.
Me demoré, claro que sí. Los tiempos pasaban y cuando parecía recuperarme, algo me hundía nuevamente en la depresión, algo me jalaba hacia el fondo y me hacía sentir a gusto ahí. Pasaba el día metido entre las sábanas, sin ganas de ver el mundo, sin querer tomar una chela o salir a pasear… quería estar solo, mordiendo mis penas solo.
Con el tiempo, la terapia ayudó, salí al mundo nuevamente, pasé por algunos trabajos, mostrando mi mejor cara… y ocultando que iba a una terapia, total… muchos pensarían que no estaba cuerdo.
Y poco a poco, aceptando mis errores, aceptando que tenía un problema y remendando los daños hechos, he podido ir saliendo de esto, hasta que por fin, los médicos dijeron que era suficiente… la última semana de diciembre me dijeron que había regresado y que podía andar sin ellos… que lo hice rápido, más rápido que otros que llevan años en el grupo.
Escuchar a la gente que pasó por la terapia, vivir con ellos sus angustias, sus paltas, sus broncas, hacía que todo se volviera para mí más simple. Coño, había y hay gente que la pasa peor que uno. Y ahí están, sin ahogarse, flotando, tratando de salir del oleaje tormentoso… y hay que ser muy valiente para hacer eso… muy valiente.
Aprendí en dos años, a vivir un nuevo ritmo de vida. Midiendo mis tiempos, siendo mi jefe, aceptando solo lo que me convenía, lo que no alteraría la posibilidad de estar con mis hijos (que son una locura bella), con mi esposa (que fue mi fortaleza para salir adelante, y que sigue siendo mi mejor amiga), con mis papás (con quienes ahora he vuelto a descubrir la hermosa relación que tenemos). Y aquí ando, listo para un 2017… «a lo que venga».
Por eso me llegó altamente cuando Keiko Fujimori, dijo que la depresión era para perdedores. Tremenda tarada, no somos perdedores… tampoco ganadores, somos seres humanos que día a día luchan por lograr una meta. Y sí, nos caemos; y sí, sufrimos; y sí, nos levantamos y vamos con más fuerza… eso es, finalmente la VIDA. No se trata de perder o ganar, se trata de vivir y disfrutar cada logro.
UNA RAYA MÁS AL TIGRE
Otra cosa que tengo que celebrar este año, es haber conocido a un grupo de gente, realmente loca. Porque hay que ser loco para combatir contra un monstruo. Y no lo digo, en forma peyorativa, lo digo porque la Municipalidad de Lima, es un monstruo corporativo. Es una síntesis de lo que el Estado puede ser si es que se le deja actuar a libre albedrío.
Los chicos y chicas que conforman el colectivo «Habla Castañeda», se han impuesto la meta de recolectar 25 mil firmas hábiles para que el alcalde de Lima, Luis Castañeda rinda cuentas ante la ciudad sobre la forma en que ejecuta las obras y el presupuesto de todos los limeños.
Les han dicho de todo. Desde «asalariados de Villarán», «vagos», «pezuñentos», hasta «terrucos», «rojos» y «mermeleros». Claro, cada ataque, cada insulto, cada tuit y cada cuenta anónima dedicada a agredir, es una condecoración, es una muestra de que lo hecho está moviendo zonas confortables.
Es un gusto, formar parte de este equipo. Que hayan confiado en lo que puedo aportar desde mi labor como periodista, es un aliciente para seguir en esto del activismo periodístico.
Los que atacan a «Habla Castañeda», dicen que somos vagos porque aún no recolectamos las firmas, nos dicen que estamos financiados por grandes intereses (desde la plata «que se robó la Vagarán» hasta el billete que «Siomi le paga a los rojos»).
Sin embargo, tengo que decir algo: Las campañas de recolección de firmas para la revocatoria iban bien financiadas: polos, chalecos, tableros, planillones, hasta regalos para los que firmaban, sueldo para los «voluntarios» que recolectaban y dedicación a tiempo exclusivo para este trabajo.
Aquí no, aquí la gente, termina su jornada laboral (porque todos trabajan en algo) y sale a recolectar firmas, lo hacen de forma voluntaria, no regalan nada a nadie por una rúbrica. No hay un sueldo para ellos, lo poco que se consigue de donaciones, se gasta en comprar los materiales para las jornadas de recolección.
Aquí no hay «trolls», ni gente anónima. Todos dan la cara y salen a los medios a debatir, a presentar propuestas de ciudad. No se infiltran en las reuniones de los solidarios, ni graban a escondidas para luego manipular audios. Aquí hay sudor, hay gente que se la juega, que deja a su familia unas horas, que deja la juerga para decirle a Lima, que aún se pueden hacer buenas cosas, que aún podemos ejercer nuestros derechos y acabar con la falta de transparencia y el oscurantismo que pretende quedarse en la ciudad.
A todos y todas los locos y locas de Habla Castañeda, decirles que los admiro, y expresarles mis respetos y las palmas por fajarse por esta ciudad, que a veces no se lo merece, que a veces es injusta… pero al final de cuentas, es NUESTRA, es de la gente.
Que el 2017 nos encuentre en esta dinámica… revitalizados y ganando.
Feliz año!!!